martes, 28 de octubre de 2014

Ezio Raimondi es profesor emérito de Literatura italiana en la Universidad de Boloña. Investigador, crítico literario pero, sobre todo, un gran lector, ha escrito varios libros en los que reflexiona sobre el acto de leer y sobre el significado de los libros y de la lectura. En el último de ellos, Las voces de los libros, publicado en 2012 por la editorial Il Mulino, define, de esta manera, el significado de la biblioteca.

“La biblioteca fue siempre, para mí, el lugar en el que se verifica empíricamente la relación fecunda entre orden y desorden, donde se registran las razones, las esperanzas, las desilusiones del lector-recolector que permanece siempre ligado a la vida y espera las ocasiones para constatar las verdades que cuentan.  En el caos viviente de la biblioteca, que recuerda un poco el “desorden mental” del que habla Hayek cuando describe las condiciones en las cuales ha producido sus mejores cosas, se encuentran en ciertos momentos las reglas, las simetrías, las correspondencias. Entonces el desorden lentamente toma vida, como una especie de espacio que desde la oscuridad pasa a la primera luz y de la claridad del alba al pleno día”.

(…)

“El libro fuera de lugar es siempre un desafío para aquel que se aventura en la búsqueda, con la ansiedad y la felicidad de reencontrar aquello que sólo estaba escondido y parecía perdido. La biblioteca se vuelve entonces una suerte de bosque y el lector un caballero errante que recorre viejas leyendas, viejas historias, viejas ilusiones con el deseo de un orden siempre implícito pero nunca alcanzado en el fondo. Cuando los dedos reconocen los estantes a la caza del volumen perdido, se recuerdan sus colores, los caracteres externos de la colección; pero luego ocurre de confundirlos, se presenta la duda de estar buscándolo de un color mientras que en realidad era de otro; y entonces todo se vuelve aleatorio y a veces puede darse el caso en el que, finalmente, alcancemos nuestro objetivo”.

“La biblioteca es un dominio lleno de misterio del que surge una realidad más profunda: del polvo del pasado sacamos razones para comprender el presente; aquello que parecía inmóvil, condenado a la inercia de lo ya vivido, se modifica según nuestra actuales perspectivas. Ella se convierte entonces en el lugar de la estabilidad y de la metamorfosis, de la protección y del riesgo; es el cambio en aquello que permanece; es, a la vez, lo viejo y lo joven;  es la apertura hacia algo que atraviesa el tiempo y sus confines lineales. En un cierto sentido, cada biblioteca está poblada de fantasmas que podemos pensar que durante la noche toman la palabra a la espera de que los vivientes se la reapropien…”.

“I libri dell’amicizia” en Raimondi, Ezio. Le voci dei libri. Bologna, Il Mulino, 2012.


La biblioteca de Sigmund Freud en su casa de Viena. Los libros, junto con otra de sus pasiones: las piezas arqueológicas.

EXTRAIDO DE: http://razoneseditoriales.blogspot.com.ar